II. Retazos históricos
Evoluciones de la primitiva ermita de Santa María de las Rocinas (siglos XIII al XX) 

¿CÓMO SERÍA AQUELLA PEQUEÑA ECLESIA O ERMITA LEVANTADA A FINES DEL SIGLO XIII EN HONOR DE SANTA MARÍA DE LAS ROCINAS?

 

 

 

Atrás, no muy atrás de estas páginas, hemos dejado escrito que Alfonso X el Sabio había culminado la reconquista de esta comarca a finales del siglo XIII y había ordenado que a orillas de la Marisma, en el mismo lugar donde ahora se alza el gran Santuario de la Virgen del Rocío, se erigiera una pequeña ermita para entronizar en ella una imagen de la Virgen a la que se veneraría con la advocación de Santa María de Las Rocinas.

Juan Infante-Galán Zambrano, el que antes de su fallecimiento fuera Secretario de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla y uno de los más prestigiosos historiadores del Rocío, en su libro “El Rocío, la devoción mariana de Andalucía”, se hace la siguiente pregunta: ¿Cómo sería aquella eclesia o ermita levantada a fines del siglo XIII en honor a Santa María de Las Rocinas?

Nosotros, abreviando sustancialmente lo que sobre ello nos va desvelando en las páginas 31, 32, 33, 34, 35 y 36 del citado libro, hemos ido recopilando de las mismas todo aquello que hemos creído como más importante, reduciéndolas al máximo pero cuidando mucho de no haber dejado en el olvido lo más trascendental que se encuentran en cada una de ellas.

“Al redactarse en 1758 nuevas Reglas de la Ilustre, Más Antigua y Principal Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, como se titulaba entonces la de Almonte, se recogió por primera vez por escrito y se imprimió a guisa de preámbulo de las misma, la ingenua leyenda de la aparición de la Virgen.  

Precisamente en 1756 se había derribado para levantar nuevo santuario, lo que de la antigua ermita había dejado en pie el terremoto de 1755, y pudieron introducir en la leyenda de la aparición este dato que les era perfectamente conocido: Hízose, en efecto, una pequeña ermita de diez varas de largo. No se dan más detalles del edificio.  

No obstante, al ser derribado el santuario en 1963, lo pudimos comprobar sobre el terreno, y levantamos plano de la planta de esta primitiva ermita. Era de planta rectangular y tenía de longitud exactamente esas diez varas que se dicen. Orientada de Sur a Norte, la puerta de entrada abría frente a la “Madre de las Marismas”; era precisamente la portada situada en el interior de la llamada “sala de los milagros” que fue conservada al edificar el santuario de mediados del siglo XVIII. Al fondo, frente a esta puerta de entrada, pudimos ver y estudiar un trozo de viejo muro de tapial, de muy antigua obra, y en él un vano con abra hacia la iglesia; fue la hornacina donde estuvo la Virgen, en su altar, hasta 1755. Este hueco, del otro lado del muro, por la casa del santero, era usado como alacena”.  

Pero volviendo atrás en el tiempo, vamos a continuar con las consecuencias que trajo el ya mencionado terremoto ocurrido en Lisboa el día 1 de noviembre de 1755 del que ya Juan Infante-Galán nos dice los siguiente:

“Vino a dejarla tan derruida que hubo de pensarse en edificar un nuevo Santuario. La Virgen fue traída a Almonte sin más ceremonial que la fervorosa acogida del pueblo, aún aterrorizado por los estragos del seísmo. La Ilustre, Más Antigua y Principal Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, de Almonte, acordó, pues era de todo punto imposible la reedificación, levantar nuevo templo más amplio y capaz, aunque para ello no contaba con ventas ni bienes algunos, sino con las limosnas del pueblo y de los pueblos devotos de la Señora.  

No obstante a estas dificultades, un año después de iniciadas las obras, la ermita siguió reconstruyéndose y mientras tanto la Virgen permanecía en Almonte donde se celebraron las fiestas de Pentecostés de los años 1756, 1757, 1758 y 1759.

I gnoramos la fecha exacta en que fue bendecido e inaugurado el nuevo santuario, dentro del año 1760. La nueva iglesia, con orientación litúrgica, era de una sola nave con crucero, de ábside plano y poco profundo; la cubierta era de madera, a dos aguas, con gran artesón y harneruelo de sencilla lacería mudéjar. Se conservó la portada de la antigua ermita, que luego por su orientación, fue llamada “Puerta del Sol”. La puerta principal, orientada a poniente, se abría a un breve compás o pórtico; la fachada no tenía mucho aspecto de edificio destinado al culto, pues sobre el pórtico se alzaba otra planta con su balcón, por encima de la cual sobresalía el hastial de la iglesia, con su gran óculo. A pesar de la nueva edificación, el santuario quedó con su única antigua campanita en pequeña espadaña, a izquierda de la fachada.


Al ser trasladada la Virgen a su nueva iglesia fue colocada en una gran hornacina, decorada con pinturas de hojarasca barroca en grisalla verdosa, a modo de retablo. Posteriormente, hacia 1764-65, se instaló el retablo barroco donde, por espacio de doscientos años, hasta 1963, recibió culto la Virgen.

En 1907 fue sustituida la antigua campanita, ya vieja y cascada. El Duque de Orleans ofreció a la Virgen como exvoto, después de su primera expedición ártica de 1905, una campana. Esta campana fue comprada al hospital sevillano del Pozo Santo el 22 de marzo de 1907 y colocada luego en la espadaña del santuario del Rocío el 16 de junio del mismo año 1907.

En 1916, el pésimo estado de la mayor parte de la techumbre y del antiguo pavimento de ladrillo, hacia necesaria una urgente reparación y para ello, el 9 de enero de 1916 fue trasladada la Virgen a Almonte y en el breve plazo de tres meses fue cambiada toda la cubierta de la nave central y la del crucero del lado sur; se puso solería de mármol a toda la ermita, se alicataron paredes, mesas de altar y sacristía. Posteriormente, en 1943, y no muy afortunadamente por cierto, fue modificada la fachada”.

(Del libro  El Rocío, la devoción mariana de Andalucía,  cuyo autor es Don Juan Infante-Galán Zambrano. Secretario que fue de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla y prestigioso Historiador de la Historia del Rocío).

 

 

 

TRANSFORMACIÓN QUE EXPERIMENTA LA FACHADA DE LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE LAS ROCINAS

Manuel García Félix - Arquitecto Técnico

Alcalde - Presidente del Excelentísimo Ayuntamiento de La Palma del Condado

 

 

 

  

En el último párrafo que hemos transcrito del libro Rocío, la devoción mariana de Andalucía, cuyo autor es el que fuera prestigioso historiador de la Historia del Rocío Juan Infante-Galán Zambrano, al referirse a la restauración que se le hace a la primitiva ermita en el año 1916, lo finaliza diciéndonos que “posteriormente, en 1943, y no muy afortunadamente por cierto, fue modificada la fachada”.

Manuel García Félix, gran amigo nuestro y profundo conocedor de este tema debido a su profesión de Arquitecto Técnico y guiado por su reconocido rocierismo, ha tenido la gentileza de facilitarnos, según su criterio, la transformación que experimenta la mencionada fachada de la antigua ermita de Santa María de las Rocinas y este es el siguiente:

“La antigua ermita fue construida después del célebre terremoto de Lisboa acaecido en el año 1755. La anterior, de estilo mudéjar, se derribó con motivo de dicho seísmo.
El alzado de la fachada principal presentaba una morfología rectangular; los bordes del lienzo estaban rematados por dos espadañas que sobresalían del límite superior de la fachada, ambas tenían campanas y estaban proyectadas hacia abajo, a modo de contrafuerte, conformando un pronunciado abultado.
En su eje principal estaba la puerta de entrada con un hueco compuesto por un arco de medio punto rebajado. Una artística reja precedía al portalón de cierre de la misma.
En la misma línea longitudinal y justamente encima de la puerta existía otro hueco a modo de balcón con una cerrajería sencilla y un rehundido en su borde, un pretil coronaba la fachada que se alzaba sobre una austera cornisa.
Entre 1917 y 1928 sufrió la fachada una gran transformación, cambiando completamente la decoración de su paramento exterior de la fachada. Se incorporan ladrillos de barro visto con formas geométricas y dos grandes mosaicos de azulejería con los nombres de las doce Hermandades que existían en la fecha. En uno se representaba la leyenda del cazador y en el otro la procesión de la Virgen.
Estos trabajos de reforma fueron dirigidos por el palmerino Ignacio de Cepeda y Soldán.
En 1943 es modificada de nuevo la fachada, presentando una dudosa estética. Se alicató todo el lienzo a base de azulejos vidriados, se actualizan los dos grandes murales de los lados y se incorporan las veintisiete Hermandades de entonces. El dibujo configurado eran figuras romboidales principalmente.  
Esta ermita fue demolida en 1963 para proceder a la construcción del nuevo Santuario.


 

DERRIBO DE LA ERMITA Y CONSTRUCCIÓN DE UNA CAPILLA PROVISIONAL MIENTRAS SE TERMINAN LAS OBRAS DEL NUEVO SANTUARIO

Del libro Memorias de la construcción del nuevo Santuario del Rocío, 1963-69,
cuyo autor es Don Antonio Millán Pérez, Ex Presidente de la
Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte
(1959-1963)

 

 

 

Del libro Memorias de la construcción del nuevo Santuario del Rocío, 1963-69, editado en 1995 por su autor Antonio Millán Pérez, quien ejerció como Presidente de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte durante los años 1959 a 1963, hemos recopilado los datos que damos a conocer a continuación y que comprenden desde el derribo de la ermita, efectuado en la fecha del día 18 de julio de 1963, hasta la construcción de una capilla provisional en 1964, para que en ella residiera la Virgen hasta que terminaran las obras del nuevo Santuario, cuya primera piedra fue solemnemente bendecida y colocada en la tarde del domingo, día 26 de enero de 1964, día frío de sol en la aldea.

“Después de varias deliberaciones y tras un primer replanteo sobre el terreno y calcular los metros cuadrados que ocupaba la ermita para saber cuántos más se iban a necesitar para la construcción del nuevo Santuario, dio como resultado que además del solar ocupado por la antigua ermita se iban a necesitar unos mil doscientos metros cuadrados más para que la superficie total del nuevo Santuario fuera de unos dos mil metros cuadrados.

Para conseguir esos mil doscientos metros cuadrados, además de adelantar la fachada de la Ermita en la misma orientación que tenía y aumentar la fachada hacia El Real y unos metros también hacia la Madre, habría que comprar tres casas colindantes con la Ermita por la parte del Real, si sus propietarios estuvieran dispuestos a ello, que eran las de don Leoncio Acevedo Espinosa, q. e. p. d., de Almonte, don Matías López, q. e. p. d., de Huelva y los Hermanos Triana Villa, de Almonte. Más tarde fueron adquiridas por la Hermandad Matriz las dos primeras casas, accediendo sus propietarios a venderlas a la Hermandad por el precio de 250.000 y 160.000 pesetas, respectivamente, teniendo en cuenta el fin a que iban destinadas. No fue posible comprar la de los Hnos. Triana Villa, motivo por el cual no se encuentra hoy el Santuario totalmente aislado de la manzana de casas que le rodea (página 68).

Antes del derribo de la ermita había que trasladar a la Virgen a Almonte, ya por última vez desde su antigua ermita. El traslado se acordó que se hiciera en la noche del sábado día 15 de junio de 1963 para que a la salida del sol del domingo día 16, como es tradicional, hiciera su entrada triunfal en Almonte, dando comienzo inmediatamente las obras del nuevo Santuario (páginas 85/86).

Una vez la Santísima Virgen en Almonte y con la autorización expresa del Obispado para proceder al derribo de la ermita, el día 18 de julio de 1963, a las diez de la mañana, se oficiaba la última misa en la misma. Inmediatamente después de terminar la Santa Misa comenzó el desmontaje del retablo y camarín de la Virgen y seguidamente el derribo total de ella (página 88).

El coste total aproximado de las obras del nuevo Santuario se cifró en unos doce millones de pesetas; obras que fueron adjudicadas a la Empresa Luís Ranck, S. A. de Sevilla, siendo los arquitectos para dirigir esta grandiosa obra Don Alberto Balbontín de Orta y Don Antonio Delgado Roig (página 99).

Una vez la ermita convertida en solar, se acordó la fecha del domingo día 26 de enero de 1964, a las cinco de la tarde, para la bendición y colocación de la primera piedra del nuevo Santuario y en el interior de ella fue introducida una caja de plomo en cuyo interior se depositaron los siguientes objetos: una medalla de oro y otra de plata de la Santísima Virgen; una medalla de hermano de la Hermandad Matriz; monedas de curso legal y usual: de una, de dos cincuenta, de cinco, de veinticinco y de cincuenta pesetas; un ejemplar de ABC, otro de El Correo de Andalucía, de Sevilla, y otro de Odiel, de Huelva, además de un breve documento en pergamino que da fe del acto, firmado en aquel mismo momento por las autoridades y personalidades asistentes al acto. A continuación dicha caja de plomo fue soldada e introducida en el seno de la referida piedra (páginas 108, 109 y 110).

Llegado el mes de marzo de 1964 se acercaba la fecha de la próxima Romería que caía en el mes de mayo y la Virgen estaba en Almonte. Para el día 7 de mayo de aquel año, Día de la Ascensión del Señor, debía de ser trasladada de nuevo a la aldea para la celebración de las fiestas, pero la ermita había sido derribada.

Ante este problema se acordó como solución construir una pequeña capilla provisional que con un mínimo de dignidad y decoro pudiera cubrir las necesidades del culto hasta que terminaran las obras. Dicha capilla fue construida en la parte izquierda de la fachada, esquina al “Real”, cumpliendo razonablemente con su cometido (página 129).

La capillita provisional hubo de ser construida de prisa y corriendo porque el 7 de mayo lo teníamos encima y la Virgen tenía que estar allí ese día y a las 12 de la noche del día 6 de mayo comenzaría su caminar la Santísima Virgen de nuevo hacia El Rocío, donde llegaría al día siguiente a las cuatro de la tarde, haciendo su primera entrada en aquella pequeñísima y humilde capilla provisional aquel 7 de mayo de 1964 (página 130).

 

 

INICIO DE LAS OBRAS DEL NUEVO SANTUARIO DE LA VIRGEN

De la primera parte de la Historia de nuestra Hermandad

(Junta celebrada el día 7 de mayo de 1964)


La gran noticia de la noche del día 7 de mayo de 1964, fecha en la que se estaba celebrando esta Junta General del Día de la Ascensión, fue la de que la Hermandad Matriz de Almonte había cursado una invitación a nuestra Hermandad para que colaborara con un donativo que sería destinado a la financiación del nuevo Santuario que iba a construirse para albergar a la Santísima Virgen del Rocío. Unas obras que habían comenzado en el mes de julio del pasado año de 1963 con el desmontaje del retablo y del camarín de la Virgen y con el posterior derribo de la Capilla provisional.

Ya hemos dejado escrito que el presupuesto para la construcción de este nuevo Santuario se había cifrado en unos 12.000.000 millones de pesetas (72.121 €.) aproximadamente y para financiarlos se hacía necesario la ayuda de todos los rocieros y devotos de la Santísima Virgen, de ahí, la invitación hecha por la Hermandad Matriz de Almonte a nuestra Hermandad que rápidamente procedió a la apertura de cuentas corrientes en todas las entidades bancarias de nuestro pueblo a nombre de “Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de La Palma del Condado. Pro-Santuario de la Blanca Paloma”, para que todo aquel que se sintiera identificado con tan magna obra pudiera realizar sus ingresos en cualquiera de esas entidades y posteriormente sería nuestra Hermandad la que traspasaría el total de los donativos que se hubieren recogido y en el que figuraría el nombre de todos los colaboradores a la cuenta de la Hermandad Matriz de Almonte.

 

DONATIVOS PARA EL NUEVO SANTUARIO DE LA VIRGEN

 

Aquí tenemos la respuesta que dio La Palma a la petición que en su día hiciera la Hermandad Matriz de Almonte a nuestra Hermandad, que no era otra más que la de que colaborara en la medida de sus posibilidades y en las de cada uno de los hermanos o devotos que se sintiera identificado con la causa, para que aportaran sus respectivos donativos que serían destinados a las obras que se estaban efectuando en El Rocío en la construcción del nuevo Santuario para la Santísima Virgen.

La Hermandad de La Palma y sus gentes colaboraron como siempre con las cosas del Rocío, ya que con fecha del día 15 de diciembre de 1964 nuestra Hermandad envió a la Hermandad Matriz de Almonte el importe de una relación de donantes que habían ingresado sus donativos en las cuentas abiertas para tal fin en las entidades bancarias de nuestro pueblo bajo el nombre de “Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de La Palma del Condado. Pro-Santuario de la Blanca Paloma”.

El importe total de estos donativos ascendió a la cantidad de 26.655 pesetas (160,20 €), siendo sus donantes las siguientes personas:

Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de La Palma del Condado, 12.500 pesetas (75,13 €); Don Ramón Moreno Navarro, 5.000 pesetas (30,05 €); Don Manuel Espinosa Calero y Señora, 1.000 pesetas (6,01 €); Don Julián Espinosa Calero, Don José Fernández Wert, Don Manuel Lagares Bernal y Don Carlos Morales Cano, 500 Ptas. cada uno (3,01 €.  c. u.); Don Casimiro Parra Hernández y Don Juan Rivera Pérez con 300 pesetas cada uno (1,80 € c. u.); Don Juan Domínguez Gómez, Doña Luisa Carballo de Domínguez, Don Luís Márquez Bermúdez-Coronel, Doña Catalina Rodríguez de Márquez y Doña Consuelo Moreno Orejuela con 250 pesetas cada uno (1,50 € c. u.); Don Demetrio Gómez Gil, Don José Pinto Caro, Don Miguel Fernández García y Doña María Carrión, Vda. de Solís, con 200 pesetas cada uno (1,20 € c. u.); Don Ignacio López Roldán, 150 pesetas (90 céntimos de €); Don Antonio Cabello Campos, Don Antonio Carballo Cabello, Don Miguel Casado Domínguez, Don Juan Luís Márquez Rodríguez, Don Antonio Luís López Fernández, Don Juan Ávila Medrano, Don Claudio Becerra González, Don Cristóbal García Cárdenas, Don José Domínguez Gómez, Don José Manuel Pérez de Montes, Don Miguel Díaz Pichardo, Don Manuel Díaz García, Don Antonio García Sánchez, Don Manuel Bellerín Domínguez, Don Ignacio Robledo García, Don Manuel López Lagares, Don Joaquín López Lagares, Don José López Lagares, Don Antonio Carballo Romero, Doña Manuela Asenjo de Carballo, Don Francisco Fernández Eugenio, Doña Dolores Gómez, Vda. de Domínguez, Doña Ana María Pinto Montalvo, Don José María Pinto Montalvo, Don Antonio Carballo Asenjo, Don Miguel Muñiz García, Don Manuel Calero Calero y Don Pedro Soldán Gil con 100 Ptas. cada uno (60 céntimos € c. u.); Don Juan Casado Flores, Doña Juana Bellerín de Casado, Doña Josefa Fernández de López, Doña Eusebia Fernández Pavón, Don Miguel Aguilar Lagares, Doña Gloria González Pérez, Don Manuel Teba de Montes, Don José Ramírez Domínguez, Don Remigio Ángel Domínguez Bernal y Don José Luís Domínguez López con 50 pesetas cada uno (30 céntimos de € c. u.); Doña Pilar Flores de Casado, 30 pesetas (18 céntimos de €) y Doña Concepción Romero de Domínguez, 25 pesetas (15 céntimos de €).

Eran las primeras aportaciones que fueron hechas públicas en la presente Asamblea, invitándose en la misma a que todos los hermanos y devotos de la Santísima Virgen del Rocío siguieran el ejemplo que los miembros de esta relación estaban dando, animándolos a que participaran en esta espléndida obra que estaba destinada a dar cobijo a la Blanca Paloma.

Al seguir abierta las cuentas en las entidades bancarias de nuestro pueblo, el importe total que hemos indicado en el párrafo anterior a la relación de donantes se vio algo incrementado, llegándose finalmente a la cantidad de 26.935 pesetas (161,88 €).


  

BENDICIÓN DEL NUEVO SANTUARIO Y PROCESIÓN DE LA VIRGEN

De la primera parte de la Historia de nuestra Hermandad

 

 

 

La Junta de Gobierno de nuestra Hermandad se reunió en la fecha del día 17 de febrero de 1969 y en ella, a través de su Presidente Juan Domínguez Gómez, se dio a conocer la invitación que se había recibido desde Almonte, enviada por la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío para que nuestra Hermandad, al igual que las demás Hermandades Filiales, se trasladaran hasta El Rocío con sus Simpecados e insignias para que participaran en los actos que se habían organizado con motivo de la Bendición del nuevo Santuario para la Blanca Paloma.

Unos actos que comenzarían a las 6 de la tarde del sábado día 15 de marzo de 1969 con la solemne ceremonia de la Bendición de la nueva Basílica o Santuario por el Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Obispo de Huelva Don José María García Lahiguera, y a las 9 de la noche del mismo sábado, tendría lugar el Santo Rosario con la participación de todas las Hermandades, a cuyo acto deberían acudir portando todas sus insignias, realizándose esta procesión por el tradicional recorrido que hace la Virgen: Acebuchal, Real, Eucaliptal, Almonte, Moguer y recogida.

El domingo día 16 de marzo, por la mañana, saldría la procesión de la Virgen del Rocío desde la pequeña e improvisada ermita que durante seis años, que eran los que había durado la construcción del Santuario, había servido de alojamiento para la Señora y al final del recorrido tendría lugar la entrada en Su nueva Casa. Como broche final de estos actos, se celebraría una Solemnísima Función de Pontifical.

Nuestra Hermandad convocó a todos los rocieros de La Palma y a cuantas personas quisieran sumarse a estos actos que iban a celebrarse en El Rocío, citándolos para que a las tres y media de la tarde del sábado día 15, estuvieran concentrados en las puertas de la Ermita de Nuestra Señora del Valle, lugar de la salida. El Simpecado iría en un coche descapotable y detrás de él todos los demás vehículos que se hubieran sumado a este singular desplazamiento.

Todos los actos se mantuvieron y se realizaron según lo previsto, pero no en las fechas descritas y que son las que aparecen en los libros de las Actas de nuestra Hermandad, sino un mes más tarde, en los días 12 y 13 de abril de 1969 (sábado y domingo) debiéndose este aplazamiento a las lluvias torrenciales que habían caído durante los días que estaban programados para la celebración de ellos, habiendo dejado El Rocío prácticamente intransitable, motivo por el cual quedaron aplazados, celebrándose todos ellos en las fechas que hemos indicado.

La Virgen, como ya hemos dicho, salió desde su pequeña y provisional ermita sobre las 9 de la mañana del domingo día 13 del mes de abril de 1969, haciendo el tradicional recorrido, produciéndose su entrada en el nuevo Santuario sobre las 12,30 del medio día envuelta en el clamor popular de un inmenso gentío que no quiso perderse ni el más mínimo detalle de este hecho tan singular.

“Yo te he visto allá en Tu Ermita

de la marisma almonteña,

igual que un sueño que sueña

de pequeña y de bendita.

Que Tú eres mar, Virgencita,

quien lo ha visto no se engaña;

dulce verso niño agreste

y que en tu pecho celeste

beben los ríos de España.

 

Yo te he visto, Madre mía,

rubia palma de donaire, 

en volandas por el aire,

romero en Tu romería.

Fui voz de Tu algarabía

y espiga fui de Tu mies.

Lo que fue digo que es,

porque hoy el corazón mío

de nuevo con Tu Rocío

florece flor a Tus pies.

 

Ya siento el rumor lejano

Tras Ti, que traes por Ti misma

-Señora de la Marisma-,

la primavera en la mano.

Coplas vienen por el llano,

luces por el horizonte.

Tu eres la Poesía. Ponte

donde yo te vea, anda.

Y te llevaré en volanda.

¡Blanca locura de Almonte!.


Antonio Murciano.- 1968